Yo nací un
Mis hijos, nacieron
cada uno un 27 distinto.
El 27 me parece un
número bonito.
Si hubiéramos sido
del 29 quizá hubiéramos tenido un problema.
Porque uno de mis
hijos cumpliría años una de cada cuatro veces.
A mí me gusta muchísimo
celebrar los cumpleaños.
Suelo hacer varias
fiestas para celebrar un mismo cumpleaños.
Es por eso que paso
el año preparando fiestas de cumpleaños.
Mi marido a veces me
dice que me ofusco, sobre todo cuando me enfado porque un cumpleaños sólo lo he
celebrado una o dos veces.
Es difícil de
entender.
A mí me cuesta
entenderme.
A veces pienso que
la vida no vale nada.
A veces que la vida
es frágil y otras que la vida es maravillosa.
Sobre todo por la
mañana, cuando huelo a café.
Pero esto lo
entiende muy poca gente.
Recuerdo el día en
que nací, aunque nadie se lo cree.
También recuerdo una
noche de reyes, cuando Melchor entró en la habitación y me dio un beso.
Como lo expliqué al
día siguiente, me dijeron que había sido mi padre.
Pero yo no lo he
creído nunca.
Es imposible que mi
padre me diera un beso.
Nunca me dio un
beso.
Nunca me dijo nada,
porque él quería un niño y nací yo.
Desde entonces mi vida la veo como una sucesión de papeles de diferentes
texturas y tamaños.
Como una sinrazón
pero con una misión.
No sé cuál es mi
misión.
Pero sé que está
ahí, aunque no la vea.
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